Una directora desolada, tras su dimisión junto con el resto de miembros del equipo directivo por desavenencias con la administración educativa, permanece erguida ante padres, madres y docentes de su centro educativo que, concentrados frente al colegio, le presentan sus respetos en forma de aplausos. Es, para mí, la viva imagen de la dignidad. Ocurrió en una concentración, convocada por la AMPA del CEIP Giner de los Ríos de Mérida, el 26 de noviembre de 2021 a las 8.50 de una fría mañana del pasado mes de noviembre. Y siguen las protestas.
El “crimen” del que se acusa a la directora es el de luchar, con uñas y dientes, para que el centro cuente con los recursos personales necesarios para atender a la diversidad de sus alumnos. Esa diversidad de la que hacen bandera nuestros dirigentes educativos y que, a la hora de la verdad, queda disipada por la implacable realidad de los hechos.
La administración aceptó su dimisión de manera fulminante, sin dialogar –en el sentido noble de la palabra– con ella y con el resto del equipo para llegar a un punto de encuentro. La autoridad educativa justificó el recorte del profesor de audición y lenguaje por criterios técnicos. Criterios técnicos que, cuando es necesario, no se aplican a la educación concertada para evitar recortes y así autorizar ratios a la carta para la educación privada subvencionada. Todo un alarde de falta de equidad. Aquí vendría al pelo aquello de "Éstos son mis principios, y si no les gustan (a la concertada), tengo otros”.
Desde la consejería también se declaró, textualmente, que “Los apoyos educativos del resto de la plantilla no se están utilizando en favor de los alumnos que los pudieran necesitar”, como dando a entender que el centro dispone de los recursos necesarios para atender, y no lo hacen, a los alumnos con necesidades educativas especiales. Lo que supone un ataque gratuito y sin fundamento al buen hacer del centro educativo. Los alumnos con NEE reciben apoyo específico de los docentes de AL o PT y no apoyo ordinario del resto de profesores, que sí ofrecen ese apoyo a los alumnos que no han sido diagnosticados con un tipo de necesidad específica que requiere de la intervención de especialistas.
Con la dimisión el equipo directivo asume un perjuicio propio en favor del centro y de los alumnos. A eso se le llama tener honestidad, tener principios…; en una palabra, tener dignidad. Así se vive mejor, con la conciencia limpia. Por eso los aplausos y los vítores que recibió la directora dimitida como homenaje de la comunidad educativa del centro.
Parece que los rebeldes, los inconformistas, los críticos…, que se enfrentan y que exponen públicamente, si es necesario, sus discrepancias con las decisiones del poder establecido son purgados como enemigos desleales, en vez de ser considerados defensores de los derechos de los ciudadanos y, por tanto, respetados y escuchados. En el caso que nos ocupa, se defendía el derecho que tienen los alumnos con especiales necesidades de disponer de los apoyos indispensables para compensar sus problemas.
Todo muy poco edificante, por mucho que estemos acostumbrados ya a las decisiones sumarias de la administración (gestionada por cualquier color político, da igual) que, en un alarde de demostrar quién manda, atesora en sus anales todo un catálogo de desafueros.
También podríamos hablar de expedientes abiertos a docentes con acusaciones vagas por enfrentarse a quien no debe o aquellos menospreciados y ninguneados por protestar por la “expropiación” de parte del patio del recreo de su centro para hacer una sala de musculación. Casos se acumulan, con el paso de los años, en cantidades enciclopédicas. Todo queda, siempre, en el barbecho baldío del ninguneo a las reivindicaciones. Todo cae en el pozo sin fondo del olvido en el que se pierden solicitudes, demandas, reclamaciones y derechos. Aquello de la justicia social, de que el ciudadano de a pie cuenta, se ha convertido ya en una fabulación infantil, en una absurda quimera que queda disipada por la promiscuidad política que desmitifica, sin posibilidad de redención, aquella mentira de que la democracia es un “Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes”. Pero esto será materia para otra reflexión.
Espero que no haya ninguna lista negra de insurrectos, inconformistas e indóciles, pero no me extrañaría dada la deriva de arbitrariedad opresiva e intransigente en la que está cayendo la política con frecuencia, que bien pudiera haber servido de inspiración a Eric Arthur Blair (George Orwell) para alguna de sus novelas distópicas. De existir dicha lista yo estaría en ella, sin duda, y me comprometo a seguir haciendo méritos para escalar hacia los primeros puestos.
*Vicepresidente de PIDE