jueves, 28 de febrero de 2019

La educación y la tecnología. Por Alfredo Aranda Platero. Publicado en el Periódico Extremadura


   Silicon Valley, en California, es el centro tecnológico por antonomasia; sin embargo, los hijos de sus empleados estudian en los centros educativos Waldorf donde no se utiliza la tecnología. Las tizas, la pizarra tradicional y los lápices y cuadernos de toda la vida son las puntas de lanza del sistema educativo elegido por los gurús de la tecnología; los dispositivos electrónicos, las pizarras digitales y los ordenadores no tienen cabida.

   Los trabajadores de Silicon Valley eligen para sus hijos una educación que se basa en la creatividad, las manualidades y la actividad física y no en la tecnología. Es contradictorio que los empleados de las grandes empresas tecnológicas desarrollen software de todo tipo, incluido educativo, pero no lo quieran para la educación de sus hijos, que deberán esperar hasta los 13 años para empezar a utilizar, y de forma muy controlada, ordenadores. Los que más entienden de tecnología la consideran perjudicial en las primeras etapas educativas.

   La virtud está, como siempre, en el término medio: lo tecnológico tiene que convivir necesariamente con lo analógico; complementar de forma eficiente las experiencias sensoriales que proporcionan ambas posibilidades dará al niño la perspectiva necesaria para no caer en una dependencia tecnológica que lo aleje de una evolución natural, donde las experiencias vividas y compartidas que el niño necesita para su maduración (la estimulación intelectual, artística, artesanal…) no estén comprometidas.
   Esta coexistencia hace inevitable el entendimiento entre lo tecnológico y lo analógico; pero no es tan sencillo porque muchos progenitores permiten que sus hijos pasen muchas horas delante del ordenador, de la tablet o del teléfono móvil, cayendo en un bucle peligroso que puede aislar al niño socialmente y hacerlo dependiente de una realidad paralela. Dejar al niño a su libre albedrío para que utilice la tecnología el tiempo que desee es también una forma de apostatar de la obligación que tienen los padres de velar por el bienestar de sus hijos; poniendo la excusa (de no tener tiempo) al nivel del argumento para lavar su conciencia.
   La educación tiene dos actores principales: el profesor que enseña y el alumno que aprende, y todo lo demás son aditivos que se han ido sumando a lo largo de tiempo y que conforman una estructura compleja que puede enlentecer o entorpecer, si no se dota al sistema de la organización necesaria, la comunicación entre docente y discente. Por tanto, todo aquello que pueda entorpecer el canal de comunicación, que pueda entumecer la estimulación intelectual y artística o que pueda dificultar la necesaria socialización del escolar, debe pasar una evaluación previa rigurosa para establecer criterios claros y pedagógicamente sensatos para introducirlo en el sistema y que encaje dentro del puzle organizativo del hecho educativo. 

   Cuántas veces hemos visto ordenadores o impresoras abandonados en un rincón del centro durante meses o, por el contrario, para no defraudar a un país de extremos, todos enchufados y utilizados porque sí, sin ningún tipo de planificación que realmente los hiciera necesarios.

   El intento de evidenciar los pros y los contras de la tecnología en la educación quizá me convierta en un infiel a los ojos de la inteligencia vaporosa del que transita por los extremos con un funambulismo experto cuyo equilibrio no es más que el reflejo de un espejismo singular. La efervescencia termina siempre por desvanecerse; sin embargo las evidencias son perdurables y la perspectiva del tiempo las señala, las entroniza, para evitar que tropecemos dos veces en la misma piedra pese a la tendencia que tiene el ser humano a repetir los errores y que forma parte de carácter identitario.

   Cuando un arquitecto diseña un edificio hay un trabajo previo, un proyecto, donde se hacen los cálculos necesarios para que la construcción no se desplome, es un proceso colaborativo que empieza con el diseño y termina con la ejecución y entremedias existe el peritaje que se cerciora de que todo va conforme a lo planificado. No estaría mal que el sistema educativo participara de una estructura de funcionamiento similar, porque la educación tiene mucho de construcción.

*Vicepresidente de PIDE.