"La
ignorancia perfecta" por Alfredo Aranda Platero,
vicepresidente del Sindicato PIDE, publicado en la sección
Opinión El
Periódico Extremadura, el 5 de julio del 2011.
El borrador, infausto, del nuevo Real
Decreto de acceso a la función pública docente ha visto la luz.
Contestar diez o quince preguntas cortas y realizar un examen práctico,
si se pasa esta fase, que tiene carácter eliminatorio, seguimos
avanzando hacia la segunda prueba: un supuesto práctico de entre tres
propuestos. Si consigues aprobarlo todo, te vas, raudo, a la fase de
concurso donde se suman nota y méritos. Superadas todas las fases, pasas
a la siguiente: las prácticas docentes; donde el tiempo se dividirá, al
50%, entre impartir clases a los alumnos y participar en las
actividades de formación que diseñe el Centro. Terminado el año de
prácticas, nada se ha conseguido aún pues todavía queda pasar una
evaluación del trabajo realizado para recibir, o no, el visto bueno.
Dicha evaluación será realizada por una comisión formada por el
director, el inspector, un representante del Consejo escolar, un miembro
del departamento o, en su caso, del equipo de ciclo. Sólo haría falta
que a esa comitiva evaluadora se le unieran el alcalde, el médico, el
cura y el sargento de la Guardia civil y ya tendríamos un tribunal que
nos transporte a los años 50, en pleno nacional catolicismo. Pero la
cosa no termina ahí, ni mucho menos, pues el proceso sigue (o nos
persigue). Si estás entre los declarados aptos por la comisión
evaluadora, sigues sin ser funcionario y tienes que pasar otra prueba,
que tiene a su vez dos partes: presentar y defender una memoria
didáctica y preparar y exponer actuaciones para un supuesto práctico. Y,
ni que decir tiene, que estas partes, como todas las demás, tienen
carácter eliminatorio. Con este sistema se pretende buscar, lo de
encontrar es otra cosa, la excelencia. Demencial. Groucho Marx diría
aquello de: "La parte contratante de primera parte será considerada
como la parte contratante de la primera parte". Puro surrealismo, sólo
en una comedia de los Hermanos Marx podríamos encontrar semejante
despropósito. Con este sistema de acceso se introduce un nuevo, y
peligroso, criterio de evaluación: caer bien y ser obediente, para que
el inspector de turno y cía no te liquiden.
El sistema de acceso tiene que tender hacia la objetividad
máxima posible, tiene que ser un sistema claro. Dirigido a seleccionar a
los mejores de entre todos los titulados, dando por hecho que, al ser
titulados, ya han pasado un proceso de selección largo durante todo el
tiempo que permanecieron en la Universidad, ¿o dudamos de ésta? Por
tanto, es ridículo pretender buscar la excelencia en el sistema de
acceso, cuando el primer sitio donde habría que buscarla es en la
Universidad, de allí tienen que salir titulados con una formación
integral alejada de toda duda. Si un maestro tiene el título de maestro,
es de suponer que está preparado para ser maestro y si no es así,
entonces, habría que dirigir la mirada hacia la Universidad. Podemos
convenir, entonces, que un opositor es, en potencia, un docente
preseleccionado en la Universidad. Un interino es, por tanto, un docente
titulado válido para desarrollar su profesión, pero, además, tiene
experiencia, lo que le convierte en el docente ideal: "titulado con
experiencia", reza en muchos anuncios de trabajo de cualquier país
moderno. Y ahora viene el ministro Gabilondo y sus asesores sesudos
y pretenden un sistema de acceso barroco, oscuro, lleno de
arbitrariedades, donde se minimiza la experiencia, se excluye la
formación permanente y se concluye con un cónclave de fuerzas vivas que
después del todo el proceso largo, complejo, subjetivo- dirán con su
fumata blanca particular: habemus magíster. Patético. Con el sistema
Gabilondo de acceso, que el ministerio pretende, lo único que se
consigue es torturar al opositor; si comparamos el borrador del futuro
Real Decreto de acceso con el sistema de acceso actual, la única novedad
es la complejidad y subjetividad, a raudales, que aporta dicho
borrador; en ningún caso se mejora, más al contrario, se instaura (o se
ponen las bases para ello) un sistema basado la subjetividad. Para la
elite de burócratas ministeriales, con mucho tiempo libre, complejidad
es igual a calidad; subjetividad, en su más arcaica vertiente, es
sinónimo de equidad; la experiencia, minimizada en el pretendido nuevo
sistema de acceso, es semejante a poca cosa y, finalmente, la formación
permanente es, directamente, similar a nada. Si se aprueba este Real
Decreto, tal y como aparece en el borrador adelantado, se estarán
retratando, para los anales, unos y otros. Unos, Gabilondo y compañía,
autores intelectuales de un arbitrario sistema ineficiente y otros,
sindicatos tradicionales, consentidores habituales.
*Vicepresidente de PIDE (Sindicato
del Profesorado Extremeño).
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