PARECE no ser habitual entre los jóvenes el entusiasmo por los estudios.
Es opinión que nadie se atrevería a contradecir tajantemente. Sospecho
que lo contrario -el interés manifiesto de nuestros estudiantes por
el estudio- tampoco es actitud erradicada del planeta, pero no sé si
me atrevería a defenderlo en algún foro público, ya que si bien es habitual
o frecuente, ni prensa ni estudios estadísticos dan cuenta de ese entusiasmo
en algún porcentaje de nuestros jóvenes. Y ya sabemos que lo que no
sale en prensa no existe. De ahí que si hemos de acabar creyendo que
los burros vuelan, el primer paso que hay que dar es que lo diga la
prensa. Lo que sale en prensa, va a misa, según traducción libre de
las declaraciones del presidente Bush hace unos días. Si, además, la
noticia se transmite como un eco de un medio a otro, de a poco y sin
mayor magia, la mentira repetida se transmuta en verdad consabida y,
a partir de entonces, los científicos del planeta se tienen que poner
a averiguar la causa de la extraordinaria metamorfosis, la del burro
que vuela, digo. Lo que no podía sospechar -porque no es obligación
de la prensa publicarlo- es que se estudiara la 'Construcción periodística
de la realidad' en la licenciatura de Comunicación Audiovisual. Lo que
una sí sospecha es que la realidad no es una y que intereses diversos
imponen una cierta realidad, cuando no amañan una a medida.
Mi amigo Manuel, que estudia Comunicación Audiovisual, apiadado tal
vez por el callejón sin salida al que parece que me han abocado los
diplomas y la experiencia profesional que poseo (que en ningún modo
es responsabilidad de autoridad sindical o educativa alguna) me invita
a que cambie de aires (en Andalucía no te pasarían estas cosas) y dedique
mis energías a estudiar la 'construcción periodística de la realidad',
que te va a entusiasmar, ya lo verás.
Y heme aquí, como de costumbre, siguiendo los consejos de los amigos
a medias, que es como hay que seguirlos y no a pie juntillas, echándoles
después el muerto si el resultado defrauda las expectativas. Para qué
te haría yo caso. Como aprecio a los amigos que tengo, procuro evitar
los tropiezos que podrían poner la relación en peligro. Por ello, y
como propósito para el año nuevo, me he impuesto seguir parcialmente
el consejo de Manuel y analizar la 'construcción periodística de la
realidad' cada vez que se ponga a tiro la cosa. Empiezo.
Por ejemplo, achacar a PIDE (como hace el señor Adrián Vivas en la entrevista
del HOY del 22 de diciembre), las descalificaciones, insultos y amenazas
que se han producido durante las elecciones sindicales de la región
sin molestarse en precisar que fue precisamente la estrategia adoptada
al salir PIDE a la cancha electoral por los mismos sindicatos que ahora
se la sacuden -incluido el suyo propio- es amañar la realidad o hacerse
eco de una realidad tergiversada sin más preguntas ni averiguaciones
(y se trataba de una entrevista).
Por ejemplo, hace poco, según las mismas declaraciones del señor Adrián
Vivas, secretario regional de Enseñanza de CSI-CSIF, a este periódico,
salió una encuesta (no sabemos dónde) en la que se decía (ni se afirma
ni se refuta) que un tercio de los padres no saben cómo educar a sus
hijos. Los padres que, además de progenitores, son profesores deben
estar exentos, por necesidades del guión, del tercio referido. Lo que
no deja de sonar a déjà vu pero con otro argumento. La buena educación
ha sido siempre patrimonio de un tercio de la población. Había otro
tercio que podía fluctuar entre la mala educación y la buena educación.
Y un último tercio desechable siempre. A lo mejor, ese mismo tercio
que no sabe cómo educar a sus hijos, según las estadísticas y las encuestas,
son los mismos que no tienen trabajo estable porque no pueden, los mismos
que tienen horarios descabalados por necesidades de producción que no
por necesidades de atención a sus hijos, los mismos trashumantes por
razones de subsistencia que no por necesidades de formación académica,
o están al margen, sin trabajo ni cosa que se le parezca.
Termino con un chiste. Llegan los alumnos de selectividad a la universidad
y se queja el profesor del bajo nivel, de las faltas de ortografía,
de lo poco o nada que saben los bachilleres. Llegan los alumnos de la
escuela al instituto y se quejan los profesores del poco bagaje que
han adquirido. Llegan los alumnos a la escuela y se quejan los maestros
de cómo se los envían de la guardería. Y en la guardería, ¿qué les voy
a contar?, ni atarse los zapatos, los pobres. Una "realidad bien construida".
Sobra todo el sistema público educativo.
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