ALFREDO ARANDA PLATERO, VICEPRESIDENTE DEL SINDICATO DEL PROFESORADO EXTREMEÑO PIDE publicado en el Diario HOY el 25 agosto 2015
La información es poder, aunque, en ocasiones, saber los pormenores de
determinados asuntos genera una impotencia infinita. Me gustaría saber
la reacción de los más de 15.000 docentes extremeños si supieran, por
ejemplo, que los sindicatos tradicionales representarán siempre a los
docentes (al menos en una proporción específica) aunque éstos no les den
ni un solo voto en las elecciones sindicales sectoriales. ¿Cómo es
posible que un colectivo pueda ser representado por un sindicato que
dicho colectivo no quiere que lo represente? Fácil. Los sindicatos
tradicionales reciben liberados sindicales por resultados electorales
pero, por si acaso no les vota nadie, también reciben liberados por
estar en la mesa de la función pública, por estar en la mesa del
funcionario, etc. de las que forman parte por ser multisectoriales. La
representación impuesta es una de las «bondades» de la democracia
recreada en los despachos para minimizar el impacto de las decisiones
del pueblo llano.
Las mismas leyes torticeras diseñadas para mantener el contubernio
entre sindicatos tradicionales y Administración, son las mismas que
impiden que otras organizaciones sindicales (sectoriales) no sometidas
al deshonesto tráfico de influencias, formen parte de determinados
organismos de decisión. Esta manipulación «legal» de los resultados
electorales hace, en realidad, poco daño a PIDE que tendrá, tras ganar
las elecciones, el mayor número de representantes en el Consejo Escolar
de Extremadura y en las Juntas de Personal de Cáceres y Badajoz (de las
que además ostenta su presidencia), así como el mayor peso en las mesas
sectoriales, pero vulnera el derecho del ciudadano a que su voluntad sea
respetada íntegramente. Los poderes públicos tienen la obligación, por
tanto, de articular los mecanismos necesarios para evitar que la
soberanía popular sufra semejante atropello.
Los sindicatos tradicionales y las Administraciones están unidos por
el lazo de las subvenciones sindicales, sin las cuales los primeros no
podrían sobrevivir fácilmente y los segundos no podrían gobernar con la
tranquilidad de saber que la retirada de las subvenciones pondría a los
sindicatos en una tesitura muy difícil. Sin duda que esta realidad
condiciona las negociaciones. Hemos asistido todos al espectáculo infame
del recorte de derechos sociales, de la libertad de expresión, del
recorte en educación, en sanidad. mientras los sindicatos tradicionales
convocaban una huelga de un día y movilizaciones por la tarde-noche
(para no hacer mucho daño a la patronal), con sus declaraciones en
prensa pertinentes y preñadas de grandilocuencia. Después, las pancartas
al trastero. Solo las mareas (la blanca, la verde.) mantuvieron el
tipo, pero más por iniciativa ciudadana que por empuje sindical.
Esta relación conyugal entre sindicatos tradicionales y
Administraciones públicas permite, incluso, las infidelidades. Tienen,
por así decirlo, una relación abierta. «Dejo que eches un polvo con el
PP -dice el PSOE a los sindicatos de su cuerda- si es por interés, pero
de disfrutar nada de nada» o «dejo que eches un polvo con el PSOE, dice
el PP a los sindicatos de su perfil ideológico, si es por una cuestión
de estrategia pero nada de enamoramientos». Lo que está claro, como el
agua, es que los partidos habituales de gobierno y sus sindicatos
acólitos piensan que lo que ha unido las subvenciones, que no lo separe
las elecciones.
En Alemania, por ejemplo, los sindicatos no reciben dinero del
Estado, se deben financiar exclusivamente con la cuota de sus afiliados y
los ingresos de su patrimonio. Al no existir nexo económico son libres
para presionar a su Gobierno hasta límites insospechados. El tener que
subsistir con recursos propios mantiene a los sindicatos muy activos y
beligerantes para conseguir logros para sus afiliados, lo que les
asegura que la afiliación siga y aumente. Para subsistir se tienen que
plegar al trabajador, no a la patronal ni al gobierno. No hace falta ir a
estudiar a Salamanca para poner en valor la gran diferencia existente
entre el sindicalismo alemán y el español.
Los sindicatos tradicionales deben volver, en primer lugar, a sus
orígenes: la defensa sin ambages de los trabajadores; después, tienen
que dejar de pertenecer a los consejos de administración de las
empresas, porque su lugar está al lado del pueblo; y, por último, es
necesario que acepten que los sindicatos sectoriales también existen y
que cualquier organización sindical sectorial, que reciba el apoyo de la
ciudadanía, tienen el mismo derecho que ellos a existir.
Muchas gracias Alfredo por clarificar cosas de las que no somos conscientes. Yo tengo muy claro que los demás sindicatos no me representan en absoluto
ResponderEliminarMuy bien dicho todo, explicado a la perfección
ResponderEliminarGenial Alfredo!!!.
ResponderEliminarTras este periodo estival, VOLVEMOS A LA CARGA!!!!.
Es bueno saber todo esto y supongo que lucharéis para cambiarlo.
ResponderEliminar¡Fantástico artículo!
ResponderEliminarMás claro ... AGUA.
ResponderEliminarY el que no lo entienda, o es tonto, o es liberado de algún sindicato tradicional.
Enhorabuena Alfredo por tu artículo y enhorabuena a PIDE.
Seguid en vuestra línea de trabajo y GRACIAS por existir.