En el proceso de enseñanza-aprendizaje la burocracia es algo
inútil, que no aporta nada a la capacidad de un docente de transmitir
conocimientos y valores; más bien al contrario, lo que conlleva es una
pérdida de tiempo que perjudica a la actividad docente, así como el
desaliento que produce la impotencia de estar sujetos, encadenados, a
labores superfluas que la administración fiscaliza, inspecciona, con
mano de hierro como si de ello dependiera el éxito educativo.
Que la importante e insustituible labor de enseñar, se vea
minada y estrangulada por tediosas tareas administrativas constituye una
de las agresiones más dañinas que se le puede hacer al sistema
educativo, dado que los docentes necesitan tiempo para reflexionar,
buscar estrategias educativas, analizar situaciones para establecer
mejoras en su actividad profesional, etc. Todas estas necesidades han
sido abolidas, invalidadas, prácticamente prohibidas por quien prefiere
que los docentes dediquen interminables horas a rellenar todo tipo de
documentos que, al final, solo son una imposición jerárquica y
coercitiva que alimenta únicamente las estadísticas para almacenar en la
nube.
Se necesita, con urgencia, un cambio de modelo que garantice que
los docentes se dediquen a la docencia como función principal, y que
las tareas administrativas las realicen personal contratado a tal
efecto. La consejera debe de dejar de mirar a los centros con
prismáticos, desde sus reales aposentos, y acercarse a la realidad de
las aulas, así advertiría que el exceso de normas, trámites y papeleos
dificulta la relación de los docentes con los alumnos, con sus
compañeros, con los progenitores y, por tanto, perjudica seriamente la
salud del sistema educativo.
Es prioritario abordar este asunto a la mayor brevedad posible.
La Consejería de Educación debe convocar la mesa de negociación donde
estamos representados los sindicatos del sector educativo para iniciar
un análisis pormenorizado de la situación en la que están los centros y
buscar las soluciones para terminar, de una vez por todas, con la
burocracia agresiva que se ha instalado en los centros y que ya podemos
considerar como endémica.
Podemos acabar con esta pandemia del burocratismo improductivo
analizando las razones por las que el sistema ha caído en el pozo de la
burocracia y ha alcanzado dimensiones inabarcables, desproporcionadas y
aterradoras que aliena al docente al encontrarse este dentro de una
maquinaria que le arrastra hacia un sinsentido de gestiones, proceso y
tramitaciones.
Analizar las causas políticas, económicas o de otra índole que
han favorecido este crecimiento brutal de los quehaceres burocráticos y
cómo minimizar su impacto en el docente, podría ser un buen inicio, si
la administración educativa estuviera por la labor, para encontrar una
solución que se me antoja necesaria y urgente.
* Alfredo Aranda Platero (Vicepresidente Sindicato PIDE)
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