viernes, 3 de julio de 2015

"Un alumno por cada portátil" por Alfredo Aranda Platero, vicepresidente del Sindicato PIDE, publicado en la sección Tribuna del Diario HOY, el 27 de junio del 2008.

"Un alumno por cada portátil"

27/06/2008 Alfredo Aranda Platero
Vicepresidente del Sindicato PIDE
La tendencia al desenfoque de la realidad parece haber afectado gravemente al proceder de los responsables educativos extremeños. Hace poco los docentes nos enteramos por la prensa de que la Consejería de Educación tiene previsto dotar de ordenadores portátiles a cada uno de los alumnos de Enseñanza Secundaria, así como a cada profesor. Parece que, en una primera fase, se dotará a los chicos y chicas de terminales ligeros que funcionan conectados al servidor del profesor y, en una segunda fase, estos terminales serán sustituidos por verdaderos ordenadores portátiles. ¿Pretende la Consejería forrar con papel de plata el fracaso escolar y la indisciplina infame que prevalece e impera en muchas de nuestras aulas? ¿No sería más razonable contar con los ordenadores como apoyo indispensable para el alumno y el profesor y no como objetivo político? ¿Cuál será la siguiente martingala que nos imponga la Consejería?
La Consejería está haciendo un enorme gasto con las iniciativas que unilateralmente emprende: Plan de refuerzo, plan PROA, ordenadores por cada dos alumnos y sus mesas adaptadas, terminales ligeros para cada alumno, seguidos de ordenadores portátiles para todos Nadie puede oponerse a la inversión en educación, necesaria sin ningún atisbo de duda, pero las inversiones hay que dirigirlas correctamente de lo contrario la inversión se convierte en derroche. Todo este torrente de dinero se debería orientar, en primer lugar, a bajar la ratio y a atajar la indisciplina creciente en las aulas; es infinitamente más acertado tener quince alumnos por aula que un ordenador por alumno; después que se doten a los centros de cuantas aulas de informática sean necesarias para aprovechar la potencialidad educativa fabulosa que ofrece la informática e internet.
Según el prestigioso pedagogo Klaus Hurrelman «los escolares pierden la capacidad de concentrarse ante un texto escrito y se despistan con la multiplicidad de opciones que les ofrece el ordenador». En Estados Unidos las escuelas quieren convertir sus aulas en espacios libres de ordenadores portátiles e Internet, no por estar en contra de la tecnología, sino por utilizar ésta como recurso cuando sea necesario o así lo considere el profesor, y no convertir el ordenador en el centro del universo.
El sistema educativo presenta deficiencias severas; hay demasiados alumnos con bajos niveles de lectura y redacción, cada vez más chicos que entorpecen sin freno el transcurso de las clases, demasiados niños con dificultades de atención y con la falta de esfuerzo y compromiso arraigados en lo más interior de sí mismos; y ahora se les coloca un ordenador debajo del brazo a modo de panacea, como si fuese el remedio a todos lo males del sistema, y como si ese ordenador constituyera la poción mágica que acabara con todas nuestras pesadillas.
Los ordenadores de sobremesa que actualmente adornan las aulas de Secundaria han sido utilizados con la misma frecuencia que si hubieran sido aprovechados en las aulas de informática: una vez a la semana, en el mejor de los casos. ¿Se van utilizar los portátiles verdaderamente con más provecho? ¿Cuántas horas a la semana es conveniente que un profesor de lengua, por ejemplo, utilice el ordenador en el aula? ¿No sería más adecuado que el profesor y los alumnos tuvieran el ordenador delante cuando verdaderamente lo fueran a utilizar? ¿Cuál es la verdadera razón por la que la Consejería pretende dotar de ordenadores portátiles a los alumnos y profesores? ¿No será que es la única forma de sacar del aula los actuales y denostados ordenadores de sobremesa sin reconocer que se pudieron haber precipitado al invadir de ordenadores las aulas sin la consulta previa a los docentes? ¿No será, por tanto, la llegada de los ordenadores portátiles la manera con la que la Consejería quiere volver a las aulas de mesas diáfanas, intentando con ello reconocer, en alguna medida, las protestas de muchos docentes y, al mismo tiempo, permanecer en su decisión de la informatización de cada uno de los rincones de nuestros centros escolares?
La política es a veces como la pragmática: un error en el que todos incurren, finalmente es reconocido como regla. Parece que los dirigentes educativos -los de antes y los de ahora- no tienen previsto contar con los docentes en la toma de decisiones sobre iniciativas que ellos mismos emprenden, dirigidas, sin duda (pues no dudamos de su buena voluntad) a atajar los males que afectan al sistema educativo. Pero quien conoce el terreno es quien transita por él a diario, hecho que es obviado pertinazmente por la Consejería de Educación. Pensar que los docentes no tienen nada que ver o decir con los proyectos que se pretenden llevar a término desde las altas instancias administrativas son, simplemente, actitudes de otra época.

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