viernes, 10 de noviembre de 2023

EL SUELDO DE LOS DOCENTES (ALFREDO ARANDA PLATERO, Vicepresidente Sindicato PIDE)

Es patente el malestar de los funcionarios docentes extremeños por la pérdida de poder adquisitivo de más del 20% en los últimos 12 años. Lo hemos dicho de todas las formas posibles en infinitas ocasiones, ya solo nos queda proclamarlo en sánscrito, pero siempre nos hemos topado con un muro de indiferencia. Volvemos a estar, de nuevo, en la cola de los docentes peor pagados de España.

 

La nueva responsable de la Consejería de Educación debe tomar conciencia de esta realidad perversa y empezar a ponerle solución. No debería omitir de su relato, ni excluir de sus objetivos, todo lo referente al tema salarial, porque de ser así caería en el error de sus predecesores en el cargo. El 0,5% con el que se incrementará la nómina a los funcionarios en noviembre o el previsible 2% que se sumará a partir de enero, aumentan el poder adquisitivo de los  la pérdida brutal acumulada en los últimos años. Es urgente incorporar en los presupuestos extremeños de 2024 una nueva subida porcentual significativa en la nómina, avanzando hacia la equidad entre autonomías y planificando la necesaria recuperación del poder adquisitivo en un corto intervalo de tiempo.

 

Este agravio con el resto de comunidades viene a corroborar esa sensación generalizada de que Extremadura es una comunidad injustamente tratada con respecto al resto de territorios, siendo los trabajadores, como siempre, los paganos de esta injusticia.


Tratar justamente a los trabajadores con la remuneración que merecen redundaría en su reconocimiento y autoestima y dignificaría, además, al gobierno de turno que trabajara por ese equilibrio entre comunidades. En España hay 17 comunidades autónomas, pero pareciera más bien que hay 17 países. La diferencia de sueldo de un docente entre una comunidad y otra puede llegar, incluso, a los 600 euros mensuales.  


Se debe acometer lo antes posible una negociación salarial para aumentar el poder adquisitivo del profesorado de la enseñanza pública extremeña.  Durante años hemos sufrido una merma importante de nuestra capacidad de comprar bienes y servicios, que en los últimos tiempos se ha agravado con el aumento de la inflación. Somos una pieza básica en el funcionamiento del estado del bienestar, por lo que debemos ser tratados con el respeto debido y nuestras reivindicaciones deben ser atendidas con la diligencia que se le presupone a un gobierno que se preocupa por la educación. En Extremadura llevamos más de 17 años sin negociar una adecuación retributiva. No se trata de cobrar los más de 80.000 euros anuales que ingresa un docente alemán; pero sí, al menos, recuperar la capacidad adquisitiva perdida e incrementarla según la carestía de la vida y avanzar, para terminar con los agravios, en la equiparación del sueldo de los docentes extremeños con los de otras comunidades cuyos emolumentos son sustancialmente superiores a los de nuestra región.


También se nos ha negado, tozudamente, la carrera profesional pese a que la normativa nacional y autonómica establece ese derecho. Extremadura la ha implantado solo en Administración General y en Sanidad, ignorando y despreciando al sector de la educación donde no ha empezado ni siquiera la negociación preceptiva. 


El profesor sufre un maltrato económico y laboral, dado que a la pérdida de poder adquisitivo perdido hay que sumar la enorme sobrecarga de trabajo que ha experimentado en cuando a funciones y responsabilidades. Ya no es solo un docente; ahora es, también, un psicólogo, un educador, un vigilante, un cuidador, un analista de datos estadísticos, un burócrata a la fuerza, un participante o coordinador en mil proyectos, un “punching-ball” para los padres, para los alumnos y para la administración e, incluso, para la sociedad en su conjunto. Un reciente estudio concluía que un 40% de los docentes sufre o ha sufrido ansiedad, depresión y agotamiento tanto físico como mental, lo que provoca bajas, dimisiones de equipos directivos y abandono de la profesión. 


Creo que ha llegado la hora de sentarse a negociar la mejora sustancial, nada de migajas, de las condiciones laborales y económicas de los docentes para acabar con la discriminación salarial, así como devolver al docente a su verdadera profesión primigenia: dar clases e impartir conocimientos. Y que la acción tutorial sea, verdaderamente, el instrumento vertebrador de la actividad docente encaminado a comprometer al alumnado y a sus familias con los objetivos del curso.  En bien sencillo, solo falta que los responsables escuchen a los docentes y se sienten a negociar con los sindicatos.