miércoles, 26 de julio de 2023

"A LA FRANCESA" (Alfredo Aranda Platero, Vicepresidente Sindicato PIDE)

 El 16 de junio nos enteramos por la prensa, que a su vez se enteró por un decreto publicado en el DOE, que la Consejera de Educación y Empleo, ya exconsejera, dimitía a la francesa. Se fue sin despedirse, sin dar la cara, con destino a la Diputación de Cáceres en donde le han hecho un hueco para que ejerza su magisterio como diputada.

No hubiera estado mal haberse mantenido en el barco, como máxima responsable de la consejería, para planificar el curso próximo porque el cambio efectivo de ejecutivo, si finalmente se produce, va a llevar su tiempo y la organización del curso escolar no puede esperar. Los miembros de su propio equipo a los que ha abandonado, lo harán por ella.

No tengo nada en contra de Esther Gutiérrez; es más, espero que le vaya bien y haya aprendido de sus errores, que han sido abundantes, para convertirse en mejor gestora. Sin embargo, como Consejera de Educación sí que tengo mucho que reprocharle.

Al principio de su «pontificado» parecía que teníamos a una consejera que iba a luchar por la educación pública y sus docentes codo con codo con los sindicatos, pero solo fue un espejismo que se diluyó en apenas un suspiro. Lo que tardó en poner en práctica esa desenfrenada pasión por suprimir unidades públicas y cerrar centros públicos completos, mientras que mantenía indemnes los conciertos con centros privados. Los padres, madres, accionistas y profesores de los centros concertados le agradecieron el gesto de cerrar centros públicos en vez de quitar los conciertos incensarios, aunque el 28 de mayo votaran a un partido distinto al que ella representa.


El latir de su discurso se fue diluyendo hasta entrar en parada. Se negó, terca e ilegalmente, a negociar la carrera profesional docente desobedeciendo con ello un acuerdo de la Mesa General; simplemente porque a ella no le parecía bien. Rechazó, con su testarudez habitual, hablar de equiparar el sueldo de los docentes con otras comunidades y compensar así la pérdida del 20% de poder adquisitivo que sufrimos, aduciendo que no había dinero para acometer esa subida. Pero acto seguido negó cualquier mejora en la educación pública aunque no costara ni un euro, quedando en evidencia su discurso vacuo y su nula voluntad de mejorar las condiciones laborales de sus docentes. Así, por ejemplo, se opuso, con tozudez supina, a que el curso próximo los maestros tuvieran las 23 horas lectivas que recomienda la LOMLOE (en lugar de las 25 actuales) y a suprimir las tardes para que los docentes de infantil y primaria tuvieran una verdadera jornada continua. Dos medidas que hubieran supuesto mejoras en la conciliación de la vida laboral y familiar para los maestros y que hubieran agradecido en las urnas. Votos que se quedaron en casa por la desafección de los docentes con la Consejera de Educación y que hubieran sido determinantes en las pasadas elecciones de mayo. No reconocerá sus graves desaciertos, porque la soberbia que cincela su carácter mengua extraordinariamente la capacidad de discernimiento y de percepción de la realidad.

Los políticos que hacen políticas mediocres no solo perjudican a los ciudadanos, sino también a su propio partido que sufre un descrédito que no merece pero del que es corresponsable. Porque es reprochable mantener durante ochos años en su puesto a quien no sabe gestionar asuntos tan importantes como la educación. Los mismos años que nos costó tener una orden de permisos docentes actualizada. Lo que se pudo hacer en 3 meses, la señora dirigente lo dilató 8 años.

La exconsejera de educación ha demostrado carencias importantes a la hora de la negociación, ya sea por falta de preparación, por no entender que todas las partes negociadoras tienen que ceder para llegar a un punto de encuentro, por una deficiente planificación de las reuniones, por no saber buscar alternativas, por no justificar los planteamientos, por su actitud distante y soberbia contra los representantes sindicales y las necesidades de sus docentes, etc.

Groucho Marx decía con la sátira que le caracterizaba: “Nunca olvido una cara, pero en su caso haré una excepción”. Hago mía, con respecto a la exconsejera, dicha reflexión. Además, remedando a Neruda diré, para terminar, que estos dolores son últimos que ella nos causa, y estas líneas son las últimas que yo le escribo.

PASTORAL EDUCATIVA (Alfredo Aranda Platero, Vicepresidente Sindicato PIDE)

 Reza, nunca mejor dicho, en la pastoral de todos los centros concertados religiosos, que son la mayoría, que la educación se basa en el trabajo y en la oración. Estilo educativo donde al alumnado debidamente uniformado como expresión clara del pensamiento único, se le adoctrina primero y se le enseña después. Y, por añadidura, como regalo a la fidelidad familiar, hinchan notas (en un claro ejercicio de presunta falsedad documental) como denunció un informe, que tuvo mucho eco en prensa, del Observatorio de Sistema Universitario (OSU) que decía que los colegios concertados y privados inflaban las notas de Bachillerato con sobredientes para así elevar las notas de corte (el 60 % nota de Bachillerato y el 40 %  de la PAU) para acceder a la universidad. Y, de paso, transmitir la falsa idea de excelencia educativa. Un engaño en toda regla, diseñado para aparentar.

Pese a que estamos en un estado aconfesional y que los centros concertados reciben dinero público (más las cuotas y aportaciones «voluntarias» de las familias), la jornada escolar en este tipo de centros empieza con el rezo obligatorio y durante toda la jornada la fe es una «asignatura» trasversal. 

Pastor, en primer término, se refiere a una persona que dirige a la oveja al redil, como animal manso, cuya capacidad de raciocinio es nula, solo caminan por la vereda que marca el pastor y todo el rebaño lo sigue. También se llama pastor a la persona que está encargada de transmitir las enseñanzas religiosas. Bastante ofensiva, por cierto, la palabra “pastor” aplicada a la religión; comparando fieles con ovejas. De hecho, “el señor es mi pastor” (salmo a David) y, por tanto, yo, su oveja, es el comienzo de uno de los salmos más conocidos. Considerar a los creyentes ovejas es una falta de respeto y la constatación clara del fundamento básico de la iglesia: la obediencia ciega.

En los principios de funcionamiento de este tipo de centros, el formar “buenos cristianos” (y por tanto, obedientes) es la base de sus desvelos. Y dicen, sin ningún rubor, que llevan una misión evangelizadora. Como aguerridos conquistadores. De hecho “dóciles a la voz del espíritu” aparece en algunos de sus preceptos fundacionales; presentándose, además, como educadores de la fe. Cito textualmente de una de sus web: “Cada día nuestras clases comienzan con una pequeña oración que nos ayude a vivir nuestra vida de forma coherente con nuestra fe. En momentos fuertes del año esta oración se realiza de un modo especial”. Y todo esto se permite en un estado aconfesional y con subvenciones públicas. 

No deja de ser de un cinismo evidente la insistencia con la que el portavoz del Grupo Parlamentario Vox en Extremadura no pierde la ocasión de acusar a los centros educativos extremeños (se refiere a los públicos, claro) de adoctrinar más que de trasmitir conocimientos; cuando, precisamente, son los colegios concertados religiosos los que tienen esa tendencia adoctrinadora, no los públicos que enseñan, verdaderamente, en libertad: “Piensa el ladrón que todos son de condición”. 

La LOMLE considera la educación pública con el eje vertebrador del sistema educativo. En su articulado aclara que los poderes públicos tienen que garantizar la educación pública con una suficiente oferta, así como se responsabilizan de promover un incremento progresivo de puestos escolares en la red de centros públicos. 

Los conciertos educativos nacieron con la LODE para dar respuesta a las necesidades de escolarización que excedía la capacidad de la educación pública, dado que la dictadura sufrida en España afectó de forma directa a la escolarización. El retraso impuesto por el régimen franquista, por el tardofranquismo y por la resaca de ambos fue, y de alguna manera sigue siendo, una pesada losa. Si España no hubiera sido arrasada por una dictadura los conciertos no existirían, porque la red pública se hubiera ido adaptando a las necesidades de escolarización. 

Los conciertos se autorizaron con la intención, según el gobierno de turno de aquel entonces, de asumir toda la demanda de escolarización mientras que en el país se construían los centros públicos suficientes para no ser necesarios los conciertos. Pero, sin embargo, lo que empezó como una medida transitoria, se convirtió en algo permanente y que, ahora, amenaza la supervivencia de la educación pública. 

Actualmente la red pública puede asumir las necesidades de escolarización sin acudir a conciertos con centros privados. O dicho de otra manera, la falta de alumnos hace innecesarios los conciertos educativos. Es una realidad que puede molestar a los defensores de los conciertos, pero que no podrán negar porque los datos no dejan lugar a la interpretación.