miércoles, 15 de julio de 2015

"La quimera del bilingüísmo" por Alfredo Aranda Platero, vicepresidente del Sindicato PIDE, publicado en la sección Tribuna del HOY, el 24 de noviembre del 2014.

"La quimera del bilingüísmo"
& El analfabeto bilingüe

24/11/2014 Alfredo Aranda Platero
Vicepresidente del Sindicato PIDE
El bilingüismo es la capacidad de un individuo para comunicarse en dos lenguas de forma independiente y alterna, es decir, con la misma eficacia. No se trata de tener un dominio nativo de las dos lenguas –o sí, si nos referimos a un bilingüismo real–, pero, como mínimo, que haya una práctica alternativa y fluida de las dos lenguas. Circunstancias muy concretas coronan con éxito este logro: hijos de matrimonios internacionales, hijos de diplomáticos que han estado escolarizados en diferentes países, niños que crecen, en definitiva, en familias y ambientes bilingües, y solo las escuelas donde se escolarizan este tipo de alumnos ofrecen una educación, hoy por hoy, verdaderamente bilingüe. Los demás alumnos y escuelas, podrán etiquetarse como bilingües pero no dejará de ser una aspiración frustrada; reconozcámoslo y empecemos a organizar la enseñanza del inglés (u otros idiomas) con la misma dedicación que cualquier otra enseñanza.

No tiene mucho sentido enseñar a un niño el proceso de la digestión o las guerras púnicas en inglés. ¿Se pretende motivar a los niños a través de contenidos que ya en español pueden resultar pesados? ¿Acaso en las escuelas de idiomas, en los métodos del First Certificate, en el aprendizaje natural por contacto social hay contenidos tediosos de Conocimiento del Medio? ¿Acaso a los alumnos inmigrantes que aprenden español en las aulas de inmersión lo hacen aprendiendo complejos temas de Física, Química o Naturaleza? ¡Eso viene después, cuando saben español! Por tanto, ¿qué sentido tiene impartir una sesión de Ciencias Naturales o Ciencias Sociales en inglés a escolares que no dominan dicho idioma? Al final, ocurre que el profesor que imparte la sesión en inglés baja el nivel de contenidos de la materia hasta límites vergonzantes para que el escolar entienda un par de cosas. Puedo concluir, sin temor a equivocarme, que la hora de Naturales pasa a ser una sesión más de inglés tradicional; de Ciencias, nada de nada. ¿Esto los saben los padres? Este tipo de enfoque del bilingüismo puede conllevar el advenimiento de alumnos “analfabetos bilingües” (en el mejor de los casos), sin embargo, a los mandamases, les importa un carajo que así sea; lo que impera es el recorrido mediático del asunto bilingüe.
Todo lleva su tiempo. Igual habría que reflexionar sobre la extensión de la educación bilingüe antes de lanzarse al vacío. Sin duda que el aprendizaje de idiomas es una necesidad y hay que potenciarlo, pero sin perjudicar al resto de materias que conforman la educación integral del alumno. Otras opciones no han sido tenidas en cuenta: laboratorios de idiomas y profesores nativos en todos los centros, campamentos de inmersión lingüística, etc. Todo parece indicar que hay prisas en ponerse una medalla –la de la extensión bilingüe a todo el territorio nacional– que hinchará más el ego de los ingleses que la competencia curricular de los alumnos españoles.
Ya pasó con los ordenadores, el PSOE extremeño nos los metió con calzador. Igual le dio la opinión de los docentes, buscaban el titular de prensa como instrumento político; asegurarse de que la sociedad los viera como adalides de la escuela pública (mientras seguían metiendo, sin freno, dinero en los centros concertados). Se gastaron una millonada en ordenadores de sobremesa, en pupitres adaptados para ubicar teclados, CPU y monitores y en todo tipo de dispendio. Les dijimos hasta la extenuación que los ordenadores se quedaban obsoletos, que los profesores preferían aulas de informática bien nutridas y con atención técnica, que los profesores decían que cuando no utilizaban el ordenador (la mayor parte del tiempo) el tinglado de monitores, mesas adaptadas y clavadas en el suelo les estorbaban… nada les hizo moverse un milímetro de su intención derrochadora, ni siquiera se pararon a reflexionar. Finalmente los ordenadores dentro del aula fueron un incordio: era imposible que todos funcionaran al mismo tiempo, imposible impedir el tuneo de los monitores por parte de los escolares, difícil aprovechar una clase cuando se decidían a encenderlos, se quedaron (como ya avisamos) obsoletos… ahora toca volver al inicio, arreglaron las mesas adaptadas para dotarlas de normalidad, y se olvidaron del dinero derrochado.
Con el idioma pasa lo mismo: el PP quiere ondear la bandera de ser pioneros en la extensión del bilingüismo por todos los centros, incluidos aquellos que tienen un verdadero problema de nivel curricular y donde los niños bastante tienen con aprender a leer y escribir en español, y con adquirir las reglas matemáticas básicas para realizar cálculos y comprender los fenómenos relacionados con las diversas ramas de la ciencia.
En el fondo de todo, seamos claros, subyace aquello de que “el esclavo está obligado a aprender el idioma de su amo”. EEUU, cabeza de los países de cultura anglosajona, e Inglaterra como miembro fundador y honorario del mismo grupo, se sienten, por su poder económico y militar, por encima del resto de países. Y el resto de países acepta su papel subsidiario. De hecho para los ingleses aprender otro idioma es “tan útil como aprender a tocar el piano” (dice Steve, de 25 años y natural de Swindon, según lo publicado en http://www.cafebabel.es). Por aquellas tierras, de entre las diez primeras asignaturas cursadas por la mayoría de alumnos de Secundaria no están los idiomas extranjeros (y por supuesto que el bilingüismo dentro de las aulas por aquellos lares, ni se conoce ni se le espera).
Sí al aprendizaje de idiomas, sí a la informática. Sí a las Ciencias Sociales, a las Ciencias Naturales, a las Matemáticas… sí a la lengua de Cervantes como vehículo insustituible para alcanzar la excelencia en todas ellas. Sí a la despolitización de la educación y al acuerdo de Estado para potenciar una educación integradora y eficaz. No a los políticos cegados por la ideología, contaminados de despotismo e incapaces de tratar temas de Estado, como la Educación, con la altura de miras necesaria para advertir que la Educación vertebra a toda la sociedad y no a una parte.

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