"Según
te acercas al poder, pierdes la razón"
12/11/2008 Alfredo Aranda Platero
Vicepresidente del Sindicato PIDE
12/11/2008 Alfredo Aranda Platero
Vicepresidente del Sindicato PIDE
LOS docentes extremeños se merecen que los sindicatos
que les representan hagan un frente común, manteniendo
a la Administración en su justo lugar para no adulterar
las negociaciones diversas que se llevan a cabo, dado que, como
decía Agustín García Calvo «en la medida
que te acercas al poder, vas perdiendo la razón».
Por tanto los sindicatos debemos negociar cuando toca, pero también
toca, en muchas ocasiones, protestar cuando no se consigue aquello
que el profesorado merece. La Administración tiene conocimiento
de que los sindicatos extremeños, cuando menos en el sector
de la enseñanza, suelen firmar acuerdos de mínimos
con una 'esmerada' ligereza, para presentarlos después
como éxitos fabulosos. Es más, algunos hemos llegado
a sospechar que la Administración se presenta en las mesas
de negociación con acuerdos cerrados con aquellos sindicatos
que giran en su misma órbita. No son pocas las veces que
se nos ha entregado un documento para firmar y obligado a decidir,
sobre el mismo, en cuestión de minutos, lo que para PIDE
no es posible pues nuestro carácter asambleario nos obliga
a que nuestros delegados debatan la idoneidad de contenidos de
los documentos antes de firmarlos, amén de entender que
representamos a los docentes extremeños y no a nosotros
mismos. Es fácil concluir, con estas premisas, que los
docentes extremeños nos hallamos en el furgón de
cola. No resulta extraño pensar que, con el paso de los
años, nos encontremos con que la sociedad, y en concreto
la escolar, acabe dando la espalda a las organizaciones sindicales.
El verdadero sindicalismo pasa, necesariamente, por la negociación
abierta y por la lucha obrera cuando es necesario, porque así
lo demanda la ciudadanía, que es a quien nos debemos. Por
otro lado, es cuando menos sospechosa la relación osmótica
que hay entre algunos sindicatos y los poderes políticos
y fácticos. El que menos, tiene algún conocido que
traspasa esa barrera; un día te encuentras a un determinado
personaje en el ámbito de un sindicato tradicional y, al
cabo de un tiempo, se nos presenta en el ámbito de la Administración
o como dirigente de un grupo político, o viceversa.
Este tipo de parentesco síndico-político, desde
el punto de vista del que suscribe, adultera cualquier tipo de
negociación y tiende a provocar la promoción de
acuerdos ineficientes o pobres, como el firmado hace poco para
la mejora de las condiciones laborales del profesorado donde,
en muchos de sus puntos, el acuerdo era más una declaración
de intenciones que un verdadero acuerdo.
La actividad sindical se basa en la negociación colectiva
y en la huelga (ambas legisladas). No se puede excluir permanentemente
de la realidad -la necesidad, en ocasiones- de la huelga como
modo de presión y protesta, como tampoco se puede excluir
de la negociación colectiva a ningún sindicato por
realizar acciones que no sean del agrado del poder político,
como lo ocurrido el siete de noviembre de 2005 con el Sindicato
PIDE, que por convocar una huelga en apoyo de un docente del IES
Santiago Apóstol, a instancias del centro, y por ende de
todo el colectivo docente, se nos excluyó de la firma del
pacto por la convivencia, en el que estuvimos trabajando hasta
el último instante. Este atropello es más luctuoso,
si cabe, cuando la Consejería conocía de antemano
la fecha de la huelga. Por tanto, la coincidencia de ambos eventos
fue claramente provocada. Con todo, el hecho de estar apoyando
a un compañero no hubiera impedido estar presentes en la
firma del convenio. A fecha de hoy, la Consejería sigue
sin solucionar esta irregularidad. Con esta actitud la Consejería
no va a conseguir jamás que PIDE se aleje de su idiosincrasia
sindical: estaremos siempre del lado del docente.
Hace algún tiempo escuché una frase que pretendía
calificar a los sindicatos modernos españoles; es la siguiente:
«Ambiguos con la Administración y combativos de cara
a la galería». Por mi experiencia sindical, iría
más allá. Me atrevería a afirmar que la ambigüedad
con la Administración apenas existe, puesto que es una
relación casi directa y coordinada. Si critican a la Administración
lo hacen con mucho tacto, sin pasarse de la raya, dentro del ámbito
de la inmoralidad de los desacuerdos pactados. Además,
ya no son combativos; salir a la calle a protestar no entra dentro
de sus intereses, y si lo hacen, optan por la timidez de la convocatoria
en jornada no lectiva, escondiéndose detrás de la
presencia de los delegados de todos los sectores para hacer bulto;
ojalá este proceder actual de los sindicatos tradicionales
sea transitorio y pronto reconduzcan su proceder, bien de la mano
de los actuales dirigentes sindico-tradicionales o de los que
en su lugar pudieran estar si superan la endogamia a la que suelen
estar sometidos, que en muchas ocasiones suele entorpecer el cambio
necesario, o lo que es peor, la permanencia del mismo sujeto en
el puesto de dirigente liberado sindical durante décadas
hasta perder la identidad docente que pudiera haber tenido en
algún momento de su vida profesional, hasta estar a años
luz del sentir real del docente y sus problemas. Y es que muchos
autoproclamados sindicalistas expertos parecen desconocer la lección
de primero de primaria del sindicalismo: negociación abierta-colectiva
y huelga como modo de presión.
Un representante sindical debe estar convencido de que su papel
es de defensor de los derechos del trabajador, de sus condiciones
laborales y que, por tanto, debe estar al lado del defendido,
y no junto a la patronal.
Los sindicatos deben ser intermediarios entre los trabajadores
y el poder político, nunca portavoces de los segundos;
a veces algunos pretendidos sindicalistas tradicionales hacen
declaraciones en la prensa con un «tufillo» institucional
que bien pudieran haber sido realizadas por cualquiera de los
responsables educativos de la Consejería. ¿Dónde
acaban algunos sindicatos y empieza la administración?
Sin duda, así la defensa del colectivo queda en entredicho.
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