En este diario se publicó un artículo de
Víctor Bermúdez Torres el día 12 de noviembre de 2016, titulado «Más
sobre la huelga de deberes», donde se alineaba a favor de la huelga de
deberes convocada por la CEAPA para los fines de semana de noviembre y
que, además, aprovechaba para desacreditar a todos los que creemos que
las tareas escolares de calidad y adaptadas a la edad del niño son
buenas.
En primer lugar centró su objetivo en una
madre, Nuria Pérez, que se opuso a la huelga de deberes en una carta que
se hizo viral hace algunos días. En dicha misiva cuestionaba la huelga
porque, según consideraba, desacreditaba a los docentes. Esta madre en
su carta hablaba del diálogo, de la autonomía y de la responsabilidad
que genera una educación bien entendida, del respeto necesario a los
docentes, de su labor como madre acudiendo a las tutorías cuando algo le
parece mal en vez de montar una huelga.
Para Bermúdez la sensatez que esgrime esta madre en su
carta, está basada en argumentos baldíos. Además considera que la huelga
no supone ningún descrédito para los docentes y no entiende por qué no
puede una madre disentir de un profesor delante de sus hijos.
Es sabido que cuando los docentes y los padres están «a partir un
piñón» el hecho educativo es mucho más efectivo. Cuando un niño ve que
su profesor y sus padres están de acuerdo no hay lugar para los malos
entendidos. Cuando no es así, y los padres no respetan al docente, el
alumno tenderá a no respetarlo, porque el respeto se aprende en el seno
familiar.
Bermúdez en su artículo también hace alusión al «sindicato más pujante
en la región», refiriéndose a PIDE, e intentando desacreditar los
argumentos que el que suscribe estas líneas escribió en un artículo
titulado «No lo llames deberes, llámalo tareas» que se publicó el día 3
de noviembre de 2016 en el diario Hoy.
El profesor
Bermúdez considera que el hábito de estudio no tiene por qué
desarrollarse en casa. Prosigue argumentando que los países con más
puntuación en PISA imponen pocos deberes a los niños.
Parece desconocer que en el entorno europeo sí se mandan, y con
normalidad, deberes para casa. En Francia, por ejemplo, se llevó a cabo
hace algún tiempo la llamada «huelga de lápices caídos», pero la
iniciativa quedo en nada y siguen existiendo deberes en casa, alrededor
de 4 horas y media por semana. En Bélgica establecen 5 horas y media
para los deberes escolares. En Finlandia se dedican 2 horas y media a la
semana y además los padres realizan labores de apoyo a los niños con
lectura en casa y ayuda al estudio. En Alemania dedican a los deberes
algo más de 4 horas a la semana. La media según la OCDE es de 4 horas a
la semana de deberes, cuando en España es de algo más de 6 horas.
Si la media de la OCDE es inferior a la media española, adaptémonos a
la media. En el término medio está la virtud. Pretender quitar los
deberes de un plumazo es una temeridad, que no traería nada bueno para
el futuro de nuestros alumnos.
Desde que el niño es
muy pequeño aprende hábitos que le serán imprescindibles para su vida
futura: ponerse los zapatos, abrocharse los cordones, comer solo,
mantenerse sentado en la silla, lavarse y secarse las manos, utilizar la
cisterna después de ir a váter, recoger sus juguetes, dormirse solo,
tener un horario de descanso estable y un largo etcétera. Todos estos
hábitos darán al niño autonomía y seguridad y, por extensión,
autoestima.
Cuando el niño va creciendo se suman
nuevos hábitos a su necesaria formación como persona que progresa y que
avanza hacia la consecución de mayores cotas de autonomía. Uno de esos
nuevos hábitos cuando el niño entra en primaria es la realización de
tareas de responsabilidad, una de ellas es el estudio. El hábito de
estudio utilizado convenientemente, adaptado a la edad del niño para que
no suponga agobio alguno para el discente es una potente herramienta
para asentar conocimientos. Racionalizando el tiempo de estudio el niño
puede disponer de otros tiempos para hacer actividades no escolares.
Esta reflexión es considerada por el Sr. Bermúdez un modelo de pedagogía
rancia y basada en argumentos vacíos, parece que lo moderno, para
determinados posicionamientos pedagógicos, es que el niño crezca sin
ninguna responsabilidad con respecto a sus tareas escolares.
El niño necesita tiempo para jugar con otros niños, tiempo para estar
con la familia y tiempo para realizar actividades extraescolares, lo que
no está reñido con los deberes. ¿Puede un niño de 10 años dedicar 30
minutos de deberes al día? ¿Dedicando ese tiempo de estudio le queda
tarde para jugar con los amigos, estar con la familia o ir a clases de
teatro? La respuesta es obvia. Creo firmemente que ese es el debate
real, el otro es ideológico.
Según Víctor Bermúdez la
objeción a los deberes no es porque no tengan tiempo para hacerlos,
sino porque son un error, son poco efectivos y ocupan el tiempo de ocio
familiar.
Considerar un error los deberes escolares
es el error. La experiencia, el conocimiento de cualquier materia, se
adquiere por la vivencia de la experiencia misma y los deberes ayudan a
asentar la experiencia y el conocimiento, son un complemento de mucho
valor. Otra cosa, en la que estoy plenamente de acuerdo, es que un
exceso de deberes puede ser contraproducente.
Inger
Enkvist, insigne pedagoga Sueca experta en enseñanza de lenguas y
sistemas educativos comparados, en una entrevista en el programa “La
ventana” de la Cadena Ser, dijo el pasado 15 de noviembre de 2016 que es
un disparate quitar las tareas escolares, aclaraba, además, que ningún
país con alto nivel educativo prescinde de los deberes, y añadía que los
mejores son los que suponen un repaso de lo visto en clase. Destacaba
de Finlandia no sólo la calidad de los deberes, sino también el respeto
que los padres, los alumnos y el Estado tienen a los profesores.
En cuanto a si los alumnos deben hacer solos o no sus tareas, el Sr.
Bermúdez hace suyo el argumento de la CEAPA sobre los entornos
favorables y desfavorables y su influencia a la hora de que los niños
estén más o menos motivados.
No se puede negar que
haya entornos más favorables que otros y que, por tanto, la desigualdad
en este aspecto también sea un hándicap para muchos alumnos. Lo que no
es óbice para arremeter contra las tareas en casa, pues hasta en los
entornos más desfavorecidos los deberes pueden ser un valor que compense
muchas de las carencias que ciertos ambientes pueden provocar.
Es recomendable conocer la conclusión del informe PISA con respecto a
los deberes. Según dicho informe hay que evitar que los deberes aumenten
las desigualdades socioeconómicas buscando fórmulas para animar a los
alumnos desfavorecidos a realizar las tareas, pero quedaba claro que los
deberes son una oportunidad más de aprendizaje que debemos ofrecerle al
alumno.
Para concluir reivindico el revisionismo
sensato de todo lo referente a la educación, frente al negacionismo de
aquellos que elevan a la categoría de verdad absoluta sus
posicionamientos ideológicos, por mucho que los quieran enmascarar tras
la pátina de una supuesta pedagogía moderna.
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