viernes, 9 de diciembre de 2016
"Deberes escolares: epicentro del maximalismo" por Alfredo Aranda (vicepresidente del Sindicato PIDE). Publicado en eldiario.es
sábado, 19 de noviembre de 2016
"El negacionismo aplicado a los deberes" por Alfredo Aranda (vicepresidente del Sindicato PIDE). Publicado en eldiario.es
jueves, 17 de noviembre de 2016
"Hartos de Finlandia" por José Antonio Molero Cañamero (Delegado del Sindicato Pide). Publicado en el Diario Hoy
jueves, 3 de noviembre de 2016
"No lo llames deberes, llámalo tareas", por Alfredo Aranda (vicepresidente del Sindicato PIDE). Publicado en El Diario Hoy
Los deberes escolares además de suponer una práctica de los conocimientos impartidos en la escuela, tienen la misión trascendental de crear el hábito de estudio necesario para poder afrontar la creciente complejidad de los cursos superiores. Si el alumno no tiene esos hábitos adquiridos en primaria, cuando llegue a los cursos de secundaria estará en un serio aprieto para poder afrontar las necesidades de estudio.
Está claro que el niño debe conciliar la vida escolar con la familiar y lúdica, pero los vendedores de humo, esos que demonizan el hábito de trabajo, quieren ir más allá: que el niño de primaria no tenga tareas escolares. Muchos padres saturan a sus hijos con clases de kárate, danza, teatro, pintura o música; por cierto, que de esta última tendrán el instrumento elegido en casa para practicar lo que aprendan en el conservatorio o en la escuela de música. Los grupos pro-no-tareas parece que tienen poco que decir ante esta sobrecarga de actividades. Los docentes no se inmiscuyen en la decisión de los padres de cargar, más o menos, a sus hijos con actividades extraescolares, por tanto nadie, ni siquiera los padres, tiene por qué decir a los profesores cómo hacer su trabajo.
Es necesario para la evolución normal del niño que tenga tiempo para jugar y para socializarse, eso está fuera de toda duda, y que también pueda aprender música o teatro, aprendizajes que son muy apropiados para desarrollar el intelecto. Pero las tareas escolares adaptadas a la edad del niño deben tener su espacio en el tiempo del alumno, debe ser lo primero que se planifique.
Otro torpe argumento de los defensores de no crear hábitos de trabajo en el niño, es que hay padres que no pueden ayudar en las tareas escolares a sus hijos y otros sí, dependiendo de la disponibilidad de los padres o del nivel cultural que tengan. Los progenitores o tutores legales no necesitan saber nada de matemáticas o de geografía para establecer un horario de estudio a su hijo, además es un grave perjuicio que los padres hagan las tareas a sus vástagos; los deberes los ponen los docentes y son estos los que tienen que corregirlos y detectar las dificultades para darles solución.
Las asociaciones que defienden el «no a las tareas escolares», pocas afortunadamente, una si acaso, parece que están mal asesoradas, dado que es difícil llegar a entender la razón por la que pretenden poner palos en las ruedas al futuro de los alumnos, a su éxito escolar.
«Somos el resultado de lo que hacemos repetidamente. La excelencia entonces, no es un acto, sino un hábito», decía Aristóteles. La práctica en casa, el hábito de trabajo y la rutina de estudio sentarán las bases del éxito escolar. Y si estos pilares los regulamos de forma sensata para que el niño pueda tener su tiempo de esparcimiento familiar y de juegos con otros niños, tendremos la fórmula del éxito o, al menos, habremos puesto en liza todos los ingredientes para conseguirlo. Pretender lo contrario, que el niño no tenga ninguna responsabilidad con sus tareas escolares, que no adquiera hábitos de estudio o de trabajo y que se mueva a su libre albedrío, es la exacta fórmula del fracaso. Incomprensible es que ciertas asociaciones defiendan el modelo del fracaso frente al modelo del éxito.
El fracaso escolar es un lastre para cualquier sociedad por ser un factor que provoca exclusión social. Y lo estamos viendo ya en la sociedad, chicos y chicas que ni estudian ni trabajan en un porcentaje que es preocupante. La educación debe dar respuesta a esta realidad que amenaza con convertirse en un problema endémico. Las causas del fracaso pueden estar relacionadas con el propio alumno y su cese en el esfuerzo, con factores socioeconómicos o, incluso, con el propio sistema educativo, así como con todos estos motivos imbricados entre sí. Es evidente, por tanto, que la Administración debe dar una respuesta integral que tenga en cuenta todos los factores susceptibles de provocar el fracaso del alumno. Pero lo que queda claro es que el hábito de estudio, adaptado a la edad del alumno, es una de las estrategias necesarias para culminar con éxito el reto que, sin duda, supone adquirir cualquier título académico.
miércoles, 19 de octubre de 2016
"La sombra de la Iglesia es alargada", por Alfredo Aranda (vicepresidente del Sindicato PIDE). Publicado en El Periódico Extremadura
martes, 13 de septiembre de 2016
DesConcertados. Por Alfredo Aranda, vicepresidente de Pide, publicado en el Diario Hoy
jueves, 25 de agosto de 2016
LOS 3000... INTERINOS por Alfredo Aranda publicado en el Diario Hoy
El hábito, malsano, de perjudicar al más débil que la Administración, siempre que puede, pone en práctica, lo volvemos a ver este año con la adjudicación del colectivo de interinos docentes que se llevó a cabo el 29 de julio. El colectivo de interinos, la mayor parte, ya sabe su destino para el curso próximo, pero, sin embargo, la incorporación no se producirá hasta el 9 de septiembre (o el 3 de octubre en el caso de los programas). Poco importa que meses atrás, el 27 de mayo, se aprobara el calendario escolar (cuyos pormenores fueron objeto de negociación) donde quedaba meridianamente claro que todos los docentes se incorporarían el día 1 de septiembre.
Con esta actitud los responsables máximos de la consejería demuestran poca aptitud. Todos los docentes, de los que habla la resolución, son «todos» y de ese «todos» no se puede quitar al colectivo de interinos, de otra forma la Administración estaría contraviniendo su propia resolución y, de paso, discriminando de forma clara, y consciente, a un colectivo que debe participar desde el principio en las actividades de organización y planificación. ¿Acaso los profesores de la concertada, que reciben su sueldo con dinero público, se incorporan el 9 de septiembre? No, ¿verdad? Una prueba más que demuestra que la Administración tiende a desnortarse con cierta facilidad, y, con ello, provoca un perjuicio injustificable al sistema público de enseñanza.
Soy consciente de que la Administración educativa no va a mover ni un músculo para deshacer este agravio (eso sería reconocer que se han equivocado y los haría humanos), y dejará que la polémica se pudra y que el tupido velo del tiempo cubra con el olvido esta insensata decisión de entorpecer el inicio del curso.
Los actuales dirigentes de la Consejería pretenden, o eso dicen, entronizar la excelencia educativa como piedra angular de su proyecto. Cosa que también pregonaban los anteriores regentes autonómicos de lo educativo. Pero todo se queda en palabras, en buenas intenciones. No dudo que la consejera de Educación y su secretario General, en sus ensoñaciones románticas, con respecto a la educación, se entiende, fantaseen con un sistema educativo perfecto, donde ningún alumno estropee las clases y todos se esfuercen, donde los profesores se empleen por encima del cien por cien de sus posibilidades, donde haya recursos ilimitados, donde siempre perdure la primavera. Pero la realidad es otra, hay mucho por hacer, queda todo por hacer, y lo que menos necesita el sistema educativo es la dañina desinversión que con tanta solemnidad los políticos justifican, en sus declaraciones a la prensa, con la «jerga política» habitual que lo mismo vale para explicar un recorte, como para felicitar la Navidad. Es urgente que los que dirigen el devenir de la educación en Extremadura bajen de las nubes, y con los pies en la tierra, empiecen a tomar decisiones de altura, maduras y justas, basadas en criterios de calidad. La inversión es, en este contexto, el principio activo que curará los males del sistema.
El hecho de que los interinos, tres mil con la adjudicación bajo el brazo, no empiecen su actividad el 1 de septiembre es una prueba más de los derroteros por donde transita la educación pública: la desinversión, el enemigo número uno del sistema educativo público. Es incomprensible que, por una parte, la Consejería haga un esfuerzo (aún insuficiente) por recuperar, poco a poco, la plantilla que se perdió con el anterior ejecutivo y, por otra, se evite que el 20% de la plantilla esté en su centro el primer día de septiembre.
Hay que invertir en educación pública y mantener, y aumentar, esa inversión en el tiempo. De lo contrario no avanzaremos, y con sobrevivir tendremos bastante. Porque cada día que pasa, por falta de interés de la Administración, la educación pública se consume (por muchos parches que se le pongan) y se condena a sus principales actores a caer en el desencanto, tan fértil siempre por estas tierras. Los docentes que tenemos en Extremadura son buenos, pero eso no es suficiente; necesitan que la Administración educativa esté a la altura.
Quiero pensar, y termino ya, que, como decía José Ortega y Gasset: «La mayor parte de los hombres tiene una capacidad intelectual muy superior al ejercicio que hacen de ella». Espero que aquellos que dirigen los designios de la educación se den cuenta, a tiempo, de que tienen en su mano el futuro de las próximas generaciones.