El despropósito adquirió dimensiones preocupantes. Al
principio parecía un disparate puntual, sin más; pero luego no tardó en
llegar la alarma cuando determinados dirigentes y activista de algunas
organizaciones (pocas, en realidad; pero pertinaces en su cruzada),
empezaron a enturbiar el ambiente con reflexiones malintencionadas en
contra de los deberes escolares, demonizándolos y culpabilizándolos de
todos los males. Sin embargo, el gatuperio con el que querían embarrarlo
todo y dividir a la sociedad ha demostrado ser una estrategia torpe:
los argumentos engañosos, en ocasiones, se vuelven contra quienes los
utilizan.
Pensar que los males del sistema se
espantarían, por arte de magia, eliminando los deberes, es una
concepción simplista de la realidad educativa extremeña y demuestra,
además, un gran desconocimiento de los verdaderos problemas que afectan a
nuestro sistema educativo: falta de inversión, alta tasa de abandono
escolar y de repetición, conductas disruptivas en el aula…
Sin embargo, algunos grupos de presión, consiguieron liar a
la Asamblea de Extremadura para que, finalmente, se hiciera una
«encuesta-referéndum» sobre los deberes; con la intención de que el
resultado de la misma validara su posicionamiento minoritario en contra
de los deberes escolares; y así, con el respaldo del desenlace del
sondeo, poder completar con éxito su enconada lucha encaminada a
proscribir los deberes.
Sin embargo, los alumnos y los padres, junto con los docentes, han puesto los puntos sobre las íes, han dado una lección a aquellas organizaciones, y a algún que otro francotirador, que querían abolir, a toda costa, los deberes escolares. Y es que el resultado de las encuestas que realizaron alumnos, padres y profesores, a instancias del Consejo Escolar de Extremadura, es claro: un porcentaje alto los dejaría como están, otro porcentaje nada desdeñable los racionalizaría un poco y solo un porcentaje bajo los quitaría; por tanto, nada nuevo bajo el sol.
Ya dije en múltiples ocasiones, en artículos de prensa y en otros foros, que no hacía falta gastar tiempo y dinero para llegar a una conclusión que era obvia. Los deberes son necesarios y deben ser racionalizados y de calidad, que valgan para construir y asentar conocimientos; y, así, el alumno podrá conciliar la vida escolar y lúdica con naturalidad. Pero los ‘erre que erre’ no se daban por vencidos y querían abolir los deberes, defenestrarlos, guillotinarlos, quemarlos en la plaza pública cual bruja malvada que aterroriza a los niños y les quita la infancia.
Siempre me sorprendió que las asociaciones de padres quisieran suprimir los deberes; pero no eran las asociaciones, ahora ya lo sabemos, era una cruzada personal del presidente de la FREAPA-CP que, a las pruebas me remito, tiene poca sintonía con las asociaciones, y con los padres, que dice representar.
En resumidas cuentas: que todo seguirá como hasta ahora; simplemente que desde el comité de expertos, que ha hecho el trabajo previo, y desde el Consejo Escolar de Extremadura, que rematará las conclusiones, se darán una serie de recomendaciones, sobre los deberes, a los docentes que estos valorarán en su justa medida. Pero queda claro que los docentes pueden hacer lo que consideren dentro del ámbito de su competencia y con el aval de su libertad de cátedra.
Cada grupo de alumnos es diferente, cada alumno dentro del grupo es distinto, cada materia tiene unas necesidades específicas, cada tema de trabajo supone esfuerzos diferentes para asumir sus contenidos… No se puede encorsetar la labor de los docentes, inmiscuirse en sus planteamientos y programaciones.
Han pretendido monitorizar la actividad de los profesores, decidir cómo tienen que impartir su docencia, menospreciar su implicación y su profesionalidad… pero lo que se ha demostrado es que los docentes, la inmensa mayoría, saben bien qué tienen que hacer en sus clases, cómo tienen que proceder para sacar del alumno el máximo rendimiento. Lo que falta, en realidad, es una mayor implicación de las autoridades educativas dotando de personal y recursos a los centros para que puedan enfrentarse, con garantías, a las dificultades diarias; y una mayor implicación, por añadidura, de toda la comunidad educativa en la educación de los alumnos y, de esta manera, conseguir entre todos las mejoras que el sistema educativo pide a gritos.
* Vicepresidente de PIDE.
Sin embargo, los alumnos y los padres, junto con los docentes, han puesto los puntos sobre las íes, han dado una lección a aquellas organizaciones, y a algún que otro francotirador, que querían abolir, a toda costa, los deberes escolares. Y es que el resultado de las encuestas que realizaron alumnos, padres y profesores, a instancias del Consejo Escolar de Extremadura, es claro: un porcentaje alto los dejaría como están, otro porcentaje nada desdeñable los racionalizaría un poco y solo un porcentaje bajo los quitaría; por tanto, nada nuevo bajo el sol.
Ya dije en múltiples ocasiones, en artículos de prensa y en otros foros, que no hacía falta gastar tiempo y dinero para llegar a una conclusión que era obvia. Los deberes son necesarios y deben ser racionalizados y de calidad, que valgan para construir y asentar conocimientos; y, así, el alumno podrá conciliar la vida escolar y lúdica con naturalidad. Pero los ‘erre que erre’ no se daban por vencidos y querían abolir los deberes, defenestrarlos, guillotinarlos, quemarlos en la plaza pública cual bruja malvada que aterroriza a los niños y les quita la infancia.
Siempre me sorprendió que las asociaciones de padres quisieran suprimir los deberes; pero no eran las asociaciones, ahora ya lo sabemos, era una cruzada personal del presidente de la FREAPA-CP que, a las pruebas me remito, tiene poca sintonía con las asociaciones, y con los padres, que dice representar.
En resumidas cuentas: que todo seguirá como hasta ahora; simplemente que desde el comité de expertos, que ha hecho el trabajo previo, y desde el Consejo Escolar de Extremadura, que rematará las conclusiones, se darán una serie de recomendaciones, sobre los deberes, a los docentes que estos valorarán en su justa medida. Pero queda claro que los docentes pueden hacer lo que consideren dentro del ámbito de su competencia y con el aval de su libertad de cátedra.
Cada grupo de alumnos es diferente, cada alumno dentro del grupo es distinto, cada materia tiene unas necesidades específicas, cada tema de trabajo supone esfuerzos diferentes para asumir sus contenidos… No se puede encorsetar la labor de los docentes, inmiscuirse en sus planteamientos y programaciones.
Han pretendido monitorizar la actividad de los profesores, decidir cómo tienen que impartir su docencia, menospreciar su implicación y su profesionalidad… pero lo que se ha demostrado es que los docentes, la inmensa mayoría, saben bien qué tienen que hacer en sus clases, cómo tienen que proceder para sacar del alumno el máximo rendimiento. Lo que falta, en realidad, es una mayor implicación de las autoridades educativas dotando de personal y recursos a los centros para que puedan enfrentarse, con garantías, a las dificultades diarias; y una mayor implicación, por añadidura, de toda la comunidad educativa en la educación de los alumnos y, de esta manera, conseguir entre todos las mejoras que el sistema educativo pide a gritos.
* Vicepresidente de PIDE.
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